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sábado, 6 de abril de 2013

El Misterio De La Abadía De Glastonbury - La Tumba Del Rey Arturo




Uno de los lugares en Inglaterra más místicos para el conocido movimiento de la New Age, es sin duda Glastonbury, una preciosa ciudad situada al sudoeste del condado de Somerset.

Quizás por la gran cantidad de brujos, brujas y druidas que deambulan por entre sus curiosas tiendas, en las que podemos encontrar prácticamente todo lo imaginable para realizar cualquier tipo de ritual mágico, o por el enclave geográfico que esta ciudad ocupa, son miles las personas que encuentran un atractivo especial a esta marcada zona griálica.

Uno de los lugares más interesantes que podemos encontrar es la Abadía, que data de tiempos inmemoriales, incluso más antiguos que el propio Jesucristo. Se dice, que fue fundada por José de Arimatea, hermano de Joaquín, padre de la Virgen María y por tanto tío de Jesús, quien cedió el sepulcro para su entierro tras la crucifixión. Son algunos los que piensan que éste se trajo el famoso Santo Grial y lo escondió en lo que hoy es Chalice Well.

Sin embargo y pese a la tradición griálica que encierra este lugar, el enigma más curioso que entraña, es la creencia de que entre sus ruinas se encuentra la famosa tumba del mítico Rey Arturo y junto a éste, las de su esposa Ginebra.

Según se cree, un bardo galés, informó al rey Enrique II de la existencia de la tumba del afamado rey Arturo en la abadía de Glastonbury. Así pues y una vez informado el abad de tal extraordinario acontecimiento, tras la reconstrucción de la Capilla de la Virgen, después del fastuoso incendio que asoló la abadía en 1184, los monjes comenzaron a buscar la enigmática tumba.

Seis años después del incendio, durante su reconstrucción, los monjes  hallaron a unos quince metros de la entrada sur de la originaria capilla fundada por José de Arimatea, los restos de la cuestionada tumba.

A unos dos metros de profundidad descubrieron una losa de piedra con una inscripción "Hicfacet sepultus inclitus rex arturius in insula avalonia" («Aquí yace enterrado el ínclito rey Arturo, en la isla de Avalón»). Bajo esta losa, había un tronco de roble hueco y sellado, y en su interior yacían dos esqueletos, uno de más de dos metros de altura, que tenía el cráneo hedido y junto a este, otro más pequeño y de mujer, el cual todavía conservaba intacta la cabellera rubia que caracterizaba a la bella Ginebra. 

En el año 1278, los restos del enterramiento fueron introducidos en un sepulcro de mármol negro y  trasladados a una sepultura frente al altar mayor, lugar donde hoy se puede apreciar dicho emplazamiento.

Según afirma la leyenda,  después de su última batalla en Camlan, cuyo emplazamiento aún se desconoce, el rey, moribundo fue trasportado a la isla mística de Avalón. Momentos antes de su muerte, Arturo ordenaba a sir Bedivere que arrojara a un lago concreto su espada Excalibur,  y cuando el caballero así lo hizo, una mano surgió del agua y sujetó la espada. Según la creencia popular, esto ocurrió en el  puente de Pomparles, actualmente frente a un lago desecado en las cercanías de  Glastonbury.

A pesar de que para los monjes de la época, todo apunta a que se trataba de la verdadera tumba del Rey Arturo, investigaciones más recientes apuntan a que el mítico rey podría encontrarse enterrado en Gales del Sur, cerca de Bridgend.

Con el paso del tiempo, el rey Enrique VIII ansioso por el poder y las riquezas que poseía la Iglesia, mandó disolver y expropiar todos los monasterios del país. Así pues, la maravillosa abadía benedictina de Glastonbury, cayó sucumbida por los hombres del rey.

Como hecho anecdótico, fue tal la brutalidad de sus tropas, que los soldados de la corte, acusaron al abad de la abadía, el anciano Michael Whyting, de haber sustraído un precioso cáliz de oro que el anciano abad quiso defender y custodiar por su sacralizad.

Como castigo ejemplar para el resto de clérigos, fue ahorcado en lo alto de la torre de Tor y una vez muerto, su cuerpo fue despedazado en cinco pedazos. Cuatro de ellos, fueron expuestos públicamente en las cuatro ciudades cercanas más importantes y la cabeza quedó expuesta en el patio central de la abadía.

Dicen que desde ese momento el lugar quedó encantado y han sido muchos los que afirman haber visto deambular el fantasma del Abad, sobre todo por entre las ruinas circundantes a donde su cabeza fue expuesta.

 FUENTE: http://www.pedroamoros.com/

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