Uno de los lugares en Inglaterra más místicos para
el conocido movimiento de la New Age, es sin duda Glastonbury, una preciosa
ciudad situada al sudoeste del condado de Somerset.
Quizás por la gran cantidad de brujos, brujas y
druidas que deambulan por entre sus curiosas tiendas, en las que podemos
encontrar prácticamente todo lo imaginable para realizar cualquier tipo de
ritual mágico, o por el enclave geográfico que esta ciudad ocupa, son miles las
personas que encuentran un atractivo especial a esta marcada zona griálica.
Uno de los lugares más interesantes que podemos encontrar
es la Abadía, que data de tiempos inmemoriales, incluso más antiguos que el
propio Jesucristo. Se dice, que fue fundada por José de Arimatea, hermano de
Joaquín, padre de la Virgen María y por tanto tío de Jesús, quien cedió el
sepulcro para su entierro tras la crucifixión. Son algunos los que piensan que
éste se trajo el famoso Santo Grial y lo escondió en lo que hoy es Chalice
Well.
Sin embargo y pese a la tradición griálica que
encierra este lugar, el enigma más curioso que entraña, es la creencia de que
entre sus ruinas se encuentra la famosa tumba del mítico Rey Arturo y junto a
éste, las de su esposa Ginebra.
Según se cree, un bardo galés, informó al rey
Enrique II de la existencia de la tumba del afamado rey Arturo en la abadía de
Glastonbury. Así pues y una vez informado el abad de tal extraordinario
acontecimiento, tras la reconstrucción de la Capilla de la Virgen, después del
fastuoso incendio que asoló la abadía en 1184, los monjes comenzaron a buscar
la enigmática tumba.
Seis años después del incendio, durante su reconstrucción, los monjes hallaron a unos quince metros de la entrada sur de la originaria capilla fundada por José de Arimatea, los restos de la cuestionada tumba.
A unos dos metros de profundidad descubrieron una
losa de piedra con una inscripción "Hicfacet sepultus inclitus rex
arturius in insula avalonia" («Aquí yace enterrado el ínclito rey Arturo,
en la isla de Avalón»). Bajo esta losa, había un tronco de roble hueco y
sellado, y en su interior yacían dos esqueletos, uno de más de dos metros de
altura, que tenía el cráneo hedido y junto a este, otro más pequeño y de mujer,
el cual todavía conservaba intacta la cabellera rubia que caracterizaba a la
bella Ginebra.
En el año 1278, los restos del enterramiento fueron
introducidos en un sepulcro de mármol negro y trasladados a una sepultura
frente al altar mayor, lugar donde hoy se puede apreciar dicho emplazamiento.
A pesar de que para los monjes de la
época, todo apunta a que se trataba de la verdadera tumba del Rey Arturo,
investigaciones más recientes apuntan a que el mítico rey podría encontrarse
enterrado en Gales del Sur, cerca de Bridgend.
Con el paso del tiempo, el rey Enrique VIII ansioso por el poder y las riquezas que poseía la Iglesia, mandó disolver y expropiar todos los monasterios del país. Así pues, la maravillosa abadía benedictina de Glastonbury, cayó sucumbida por los hombres del rey.
Como hecho anecdótico, fue tal la brutalidad de sus
tropas, que los soldados de la corte, acusaron al abad de la abadía, el anciano
Michael Whyting, de haber sustraído un precioso cáliz de oro que el anciano
abad quiso defender y custodiar por su sacralizad.
Como castigo ejemplar para el resto de clérigos, fue
ahorcado en lo alto de la torre de Tor y una vez muerto, su cuerpo fue
despedazado en cinco pedazos. Cuatro de ellos, fueron expuestos públicamente en
las cuatro ciudades cercanas más importantes y la cabeza quedó expuesta en el
patio central de la abadía.
Dicen que desde ese momento el lugar quedó encantado
y han sido muchos los que afirman haber visto deambular el fantasma del Abad,
sobre todo por entre las ruinas circundantes a donde su cabeza fue expuesta.
FUENTE: http://www.pedroamoros.com/
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