Los riesgos para la salud
del «fracking», la técnica con la que se extrae gas pizarra
Temido y odiado con la misma intensidad, la última
técnica para obtener combustible, no deja indiferente a nadie. Para muchos el «fracking» (extracción de gas no
convencional mediante fractura hidráulica) es una oportunidad de oro; para
otros un riesgo innecesario en un momento en el que habría que apostar por las
energías renovables. Desde que empezaron las extracciones de gas pizarra, no
han dejado de salir voces de alarma que alertan sobre los riesgos de
agujerear la tierra e inyectar agua y productos químicos a alta presión para
romper las rocas que albergan el codiciado gas.
Hasta ahora las mayores críticas al «fracking» se
han relacionado con un aumento de episodios sísmicos, riesgos de
filtraciones de gas metano o dudas sobre la contaminación
de la técnica. Por primera vez, se cuenta con una investigación que
advierte sobre los riesgos para la salud de los vecinos de las zonas de
extracción. En él se relacionan con la fractura hidráulica males tan diversos
como trastornos del sueño, sinusitis o problemas gastrointestinales.
El trabajo, un estudio piloto realizado en el Condado de Bradford (EE.UU.), se
ha presentado en un congreso sobre Salud Ocupacional, celebrado en Orlando
(Florida).
Se trata de un estudio muy pequeño,
realizado a partir de una muestra de tan solo 72 adultos. Es uno de los tres
trabajos que actualmente el Centro de
Excelencia en Toxicología Ambiental (CEET, en inglés) está realizando
en Estados Unidos.
¿Relación
directa?
El estudio anima a seguir investigando si
realmente existe una relación directa entre estos problemas de salud y la
extracción de gas, aseguran sus autores. Y, en cualquier caso, a emprender
campañas educativas en las zonas donde se realizan las extracciones. Una de las
cosas que más llamó la atención a los investigadores fue la excesiva
preocupación de los residentes por cómo el «fracking» podía afectar o
afectaría en un futuro a su salud.
«Confiamos en que este estudio piloto guíe el
desarrollo de estudios epidemiológicos para determinar el efecto de las
operaciones de gas en el aire, el agua, la comida...y tengamos una base
documental para proporcionar cuidados y educación», explicó Trevor Penning,
director del CEET. «El objetivo de la ciencia debería ser proteger a la
población y el entorno antes de que se produzcan daños, no limitarnos a
tratarlos cuando el daño ya está hecho».
FUENTE: http://www.abc.es/
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