Encuentran una proteína
clave para explicar por qué el estrés nos deprime
Desde hace tiempo se sabe que el nacimiento de
nuevas neuronas –neurogénesis- en una zona del cerebro denominada hipocampo es
crucial para regular el estado de ánimo, entre otras funciones, y por tanto
para evitar trastornos como la depresión. De hecho, esta patología y su
tratamiento adecuado se han asociado con cambios en esa capacidad del cerebro
adulto de seguir produciendo nuevas neuronas, de ahí que en los últimos años la
denominada “hipótesis neurogénica” de la depresión haya recibido tanta
atención. Esta hipótesis también da cuenta de la eficacia de la mayoría de
los antidepresivos gracias a su capacidad para restaurar el ritmo de nacimiento
de nuevas neuronas, un proceso que lleva su tiempo y que explicaría que el
efecto de estos fármacos sobre el estado de ánimo no sea inmediato, sino que
tenga un retraso de varias semanas.
Esta
relación entre el estrés y la depresión está mediada por las hormonas
implicadas en el estrés, denominadas glucocorticoides, como el cortisol,
que regulan la neurogénesis en el hipocampo en función de las demandas del
ambiente en que nos desenvolvemos.
Por ejemplo, bajo ciertas condiciones el
estrés puede ser beneficioso y promover el nacimiento de nuevas
neuronas regulado por el cortisol. Esto ocurre cuando el cortisol está elevado
de forma transitoria y conlleva un efecto placentero, como cuando nos
enamoramos, nos exponemos a ambientes novedosos agradables o cuando
hacemos ejercicio físico.
Sin embargo ha visto que los niveles de esta hormona
relacionada con el estrés también están aumentados en personas con depresión
severa y en roedores sometidos a estrés. Aunque en este caso al mantenerse en
el tiempo tiene efectos adversos, validando el hecho sabido de que un
poco de estrés es estimulante y beneficioso, mientras que un exceso tiene
efectos perjudiciales para la salud, poniendo en jaque a los sistemas
nervioso e inmune. Y esto se debe a que se pone en marcha el eje
hipotálamo-hipofisario-adrenal, que controla las reacciones frente al estrés y
regula procesos como la digestión, el sistema inmune, las emociones, la
conducta sexual y el metabolismo energético.
Menos
neuronas nuevas
El cortisol actúa sobre el receptor de
glucocorticoides (GR), que facilita la activación de diversos genes y la
producción de proteínas. El resultado final para el cerebro de este antiguo
mecanismo de regulación es una disminución del nacimiento de nuevas neuronas.
Sin embargo, los mecanismos moleculares por los que los glucocorticoides
reducen el número de nuevas células en el cerebro eran poco conocidos.
En este estudio, un equipo multidisciplinar estudió
modelos celulares y animales antes de confirmar sus hallazgos en muestras de
sangre humana. En primer lugar, los investigadores se centraron en las células
madre humanas del hipocampo, que son la fuente de las nuevas neuronas. Cuando
añadieron cortisol a los cultivos de células para medir el efecto sobre la
neurogénesis encontraron que la proteína llamada SGK1 era importante en la
mediación de los efectos de las hormonas del estrés en la neurogénesis y sobre
la actividad de la GR.
Al medir el efecto del cortisol a lo largo del
tiempo encontraron que los niveles elevados de SGK1 prolongaban los efectos
perjudiciales de las hormonas del estrés sobre la neurogénesis. Específicamente
vieron que SGK1 potencia y mantiene el efecto a largo plazo de las hormonas del
estrés, lo que logran manteniendo los receptores de los glucocorticoides (GR)
activos.
Los investigadores han comprobado que SGK1 potencia
y mantiene el efecto a largo plazo de las hormonas implicadas en el estrés, los
glucocorticoides, incluso cuando los niveles de cortisol ya se han normalizado,
y por tanto el estrés ha disminuido. Y lo hace mediante dos mecanismos
distintos. Por un lado es capaz de provocar una activación duradera de los
receptores de los glucocorticoides (GR), implicados en la respuesta al estrés.
Y por otro, una vez que los GR se han activado disminuyen la proliferación
celular en dos regiones del hipocampo, una implicada en la regulación del
estado de ánimo y otra en la cognición.
Los autores han comprobado estos hallazgos en
contextos clínicos y en modelos de ratón. Así han observado un aumento
significativo de la molécula que hace posible que se produzca la proteína SGK1
(el ARN mensajero) en muestras de sangre de 25 pacientes deprimidos que no
tomaban medicación. También han el mismo efecto en el hipocampo de ratas
sometidas a estrés leve crónico o estrés prenatal.
Nuevos
tratamientos
Estos hallazgos, resaltan los autores, señalan a
SGK1 como un mediador de los efectos del cortisol sobre la proliferación y diferenciación
de las células progenitoras que dan origen a las neuronas, y tiene particular
relevancia en los trastornos mentales inducidos por el estrés, como la
depresión.
Además los investigadores han logrado
revertir el efecto adverso del estrés sobre la neurogénesis bloqueando
SGK1 con un inhibidor previamente conocido (GSK650394), que podría convertirse
en una nueva vía potencial para el desarrollo de nuevos fármacos contra la
depresión.
FUENTE: http://www.abc.es/
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