¿Es beneficioso el contacto
piel con piel entre madre e hijo nada más nacer?
Lo hemos visto infinidad de veces en películas
acompañado de una música idílica y lágrimas de los protagonistas: tras un
parto, sale un bebé (generalmente rosa y como de 4 meses) y la madre se
embelesa mirándolo en sus brazos (nadie se lo quita). Todos lloran de alegría y
la cámara se aleja y aparecen los títulos de crédito. Final feliz. Pero, ¿es
esto real? Por desgracia, no. Al menos en España, no se cumple (por protocolo
hospitalario) y salvo unos pequeños segundos de cortesía en los que se presenta
a la madre al hijo y viceversa, generalmente el bebé es apartado de su
madre más de lo que sería recomendable. Desde luego, no es un capricho
de las madres, es una recomendación, nada más y nada menos, que de la Organización
Mundial de la Salud (OMS). ¿Por qué? Por múltiples razones.
Tal y como explica el pediatra Carlos
González, «el contacto piel con piel facilita que el recién nacido coja el
pecho, mejora la interacción entre madre e hijo, aumenta la tasa de
lactancia materna exclusiva a las 48 horas». Y señala otros muchos beneficios:
en caso de cesárea, mejora la producción de leche; reduce el dolor y la
mortalidad de los prematuros; mejora la estabilidad cardiorrespiratoria;
acelera las expectativas sociales de los bebés hacia sus madres y aumenta la
conciencia de sí mismos como agentes activos en las interacciones sociales;
disminuye la variabilidad de la frecuencia cardiaca y mejora el sueño
tranquilo; mejora la termorregulación y disminuye el nivel de cortisol y ACTH
(marcadores de estrés) en la madre.
Ante todos estos beneficios hay que preguntarse cómo
es posible que si la comunidad científica coincide en todas las ventajas que
conlleva el contacto piel con piel entre madre e hijo éste no se aplique en los
centros sanitarios. Generalmente, se da como razonamiento que es por protocolo
hospitalario, es decir, para una mejor organización. Pero lo cierto es
que rompe con muchas expectativas de las madres.
Parto
normal
Jesús Martínez, pediatra y autor del blog «El médico
de mi hijo», explica que la separación de madre e hijo nada más nacer ha
respondido hasta ahora a criterios médicos. «Después de nueve meses dentro de
la madre —dice—, el bebé sale al exterior rompiendo el cordón que les ha unido
y se produce la separación brusca de un nexo que se mantuvo durante tanto
tiempo. Esta separación se ha hecho tradicionalmente de modo demasiado
medicalizado, la matrona sale corriendo con el bebé, se lo entrega al
neonatólogo para que dictamine rápidamente si el bebé está conforme a lo
esperado».
Además de la ansiedad materna, el contacto inmediato
con la madre reduce el estrés del bebé que cambia sus latidos
agitados por el esfuerzo y puede superar más fácilmente el trauma de atravesar
el canal de parto tan estrecho y salir a un medio hostil para él. Volver
a escuchar el corazón de su madre, que le acompañó durante nueve
meses, es fundamental para normalizar catecolaminas, neurotransmisores
y hormonas alteradas por el titánico trance.
Qué
ocurre en un parto prematuro
El contacto piel con piel resulta también de suma
importancia en un parto prematuro para la correcta evolución y posterior
recuperación del neonato. Si las cosas se complican, y el bebé necesita los
cuidados de la UCI pediátrica, la separación entre madre e hijo es
mayor. En estos casos, la presencia de la madre es imprescindible para que el
bebé mejore. Se recuperará más rápidamente si permanece el mayor tiempo posible
pegado a la piel de su madre, o de su padre. De hecho, en las UCI pediátricas
se está imponiendo lo que se conoce como el «método canguro», es
decir, voluntarios que permanecen al cuidado de los bebés con el único fin de
tenerlos en brazos pegados al pecho, piel con piel para que el bebé pueda
seguir teniendo la referencia de un contacto y de un corazón latiendo cerca.
Un método muy diferente a otros protocolos que se
siguen en muchas de estas UCI, como los horarios de visita que
solo permiten a las madres estar una hora al día con su bebé, cuando está
comprobado que el contacto piel con piel del pequeño con un adulto contribuye a
su recuperación. Algo que ha denunciado en muchas ocasiones la
organización «El parto es nuestro». En este gráfico (extraído de su
web) se puede ver cómo los hospitales incumplen sistemáticamente la
recomendación de que la madre y el bebé no sean separados sino es estrictamente
necesario (por una operación de urgencia, por pruebas neonatales cuando algo va
mal o por un ingreso en UCI/UVI).
Es importantísimo que las mujeres que van a dar a
luz (sean o no primerizas) sepan que eso que su instinto les pide, estar con el
bebé en brazos, no sólo es un derecho que ambos tienen, sino
que además aporta una gran cantidad de beneficios y ninguna desventaja. Se hace
necesario recordar que somos mamíferos, de sangre caliente y que, por lo tanto,
necesitamos el contacto físico. Es lícito que una madre quiera que su hijo vaya
al nido pero se hace imprescindible dar toda la información necesaria para que
las mujeres que no lo sepan, estén concienciadas de que tener al bebé
con ellas es el mejor regalo que pueden hacerse mutuamente.
FUENTE: http://www.abc.es/
GRACIAS POR COLABORAR CON EL BLOG Tweeds por @ELCAJONDENURIA
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