La
enfermedad de Alzheimer es incurable. Sin embargo, existen
avances que logran hacerla más llevadera. Buen ejemplo son las terapias no
farmacológicas: «La estimulación cognitiva, el ejercicio físico o la
música pueden ayudar a estos enfermos», explica Javier Olazarán, neurólogo
e investigador del Centro Alzheimer Fundación Reina Sofía – Fundación
CIEN, participante en el I Simposio Internacional «Avances en la
Investigación Sociosanitaria en la Enfermedad de Alzheimer», celebrado en
Salamanca.
Aunque
resulte extraño, la música «muy seleccionada» resulta una terapia
«prometedora» para este investigador, que explica su aplicación «en
grupo, personalizada e incluso interpretada por los propios pacientes». Las caricias
o masajes en las manos también son útiles, sobre todo en aquellos
donde la enfermedad «está muy avanzada y chillan o se revuelven». Olazarán
cuenta cómo han percibido que la agitación de estos enfermos «disminuye»
al gozar de ese contacto.
Los
cuidadores, sean profesionales o familiares del enfermo, también se ven
beneficiados por estos tratamientos. «Logramos reducir el sufrimiento del
cuidador, mejoramos su situación afectiva, y eso revierte en retrasar
el ingreso del enfermo en una residencia». Un paso, éste último, que el
neurólogo entiende como una «derrota» que hay que demorar «lo máximo posible».
Escéptico con una
posible cura
Desde
hace 15 años, tanto los centros de día como las asociaciones de familiares de
personas con alzheimer trabajan para que estas terapias estén al alcance de los
afectados. «De lo que carecemos es de proyectos sólidos de
investigación», afirma Olazarán, que ve un futuro «difícil» en este
aspecto, pero que observa a profesionales «con mucha ilusión y ganas de seguir
avanzando». De hecho, celebra la reciente publicación en España del libro
«Asesoramiento del cuidador del enfermo de Alzheimer: un recurso para
profesionales socio-sanitarios», de la especialista Mary S. Mittleman.
«Cualquier persona con una formación media-alta puede acceder a él y resulta
muy recomendable para tratar con estos pacientes», señala.
Donde
parece poco optimista es en la posibilidad de encontrar una solución a estas
enfermedades. «El 99% de las demencias se dan en personas ancianas y por
factores muy complejos que trae la vejez. En 1996 apareció en España el
primer fármaco para el alzheimer y en estos años apenas hemos logrado
estabilizar la enfermedad unos 15 meses; da la sensación de que hemos llegado
al límite», explica. No obstante, hace hincapié en las posibilidades de la
medicina para combatir aquellas afecciones que se manifiestan en gente joven
(menos del 1%), donde espera que se pueda «silenciar ese gen». Por ello
concluye: «Se aspira a eliminar la proteína anómala en personas donde se
observe la mutación que conlleva la enfermedad, y creo que será posible».
Fuente:
http://www.abc.es/
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