Una
vacuna promete prolongar la vida de los pacientes con cáncer de pulmón
Hay
esperanza. Los pacientes con cáncer de pulmón, en su etapa más avanzada e
incluso con metástasis, pueden empezar a pensar que la enfermedad no es
terminal y la calidad de vida que les espera puede ser buena. Dicho de otro
modo, el cáncer de pulmón está a un paso de poder catalogarse como
enfermedad crónica gracias a la creación de una vacuna (Racotumomab)
diseñada para aplicar cuando la enfermedad está en pleno desarrollo. De
momento, triplica el número de pacientes que viven dos años después de
su aplicación. A principios de julio estará en el mercado.
Un
equipo de científicos argentinos y cubanos es el responsable de este «invento»
específico –de momento- para un tipo concreto de cáncer, «el de células no
pequeñas (NSCLC)» que es el más frecuente. Los doctores, Daniel Alonso, Roberto
Gómez y Luis Fein resumen: «La vacuna no tiene un efecto preventivo. Es
terapéutica y su misión consiste en reforzar el sistema inmunológico del
paciente. Identifica los tumores que son eficientes para burlar el sistema
inmune y los combate».
Los
tres han trabajado durante quince años hasta conseguir un «producto» que promete
prolongar y cambiar la vida de los enfermos que hasta ahora, en buena
medida, se consideraban desahuciados. «La vacuna –explican- estimula el
organismo para que éste reconozca los antígenos glicolidados (el tumor), los
convierta en blanco y pueda atacarlos sin dañar los tejidos sanos». De este
modo, el «blanco» o «diana» se mantiene, en lenguaje doméstico, «acorralado»
para evitar su expansión. Un ejemplo ilustra cómo continúa la vida de estas
personas tras la vacuna: conviven con la enfermedad como lo hacen los
pacientes que padecen VIH gracias a los cócteles de medicinas.
El tratamiento
Los
oncólogos aclaran que la «vacuna se aplica después de que el paciente se someta
a los protocolos habituales». Esto es, después de recibir, como suele
ser habitual, las sesiones de radio y de quimioterapia. Dicho esto,
también se ha probado su efectividad con enfermos que no respondieron a esa
línea de tratamiento.
«En
una primera etapa –detallan los doctores- se aplican cinco dosis cada quince
días. Después, el paciente recibirá una al mes de por vida. La aplicación es
subcutánea y no tiene efectos secundarios», matizan para aclarar que no hay
dolores o trastornos posteriores.
Las
pruebas se realizaron en quinientos pacientes con «cáncer incurable». «El 8 por ciento de los que no
recibieron la vacuna a los dos años seguía vivo. La cifra asciende al 24 por
ciento en los casos que sí recibieron la vacuna. Es decir, se triplica». Pero
los doctores observan y tienen registro de «pacientes que vivieron cinco años
tras recibir la vacuna y sin ella habrían fallecido al año».
Hugo
Sigman, CEO del Grupo Insud (al que pertenecen, entre otros, los laboratorios
CHEMO que participan del trabajo) recuerda el presupuesto de la investigación: «Unos
45 millones de dólares». La cifra resulta modesta en contraste con el
descubrimiento. «Un laboratorio internacional habría invertido alrededor de mil
millones de dólares», compara.
Colaboración público -
privada
La
experiencia le sirve para desterrar prejuicios, «sobre la colaboración entre
empresas privadas y el sector público. El consorcio que ha trabajado en la
vacuna demuestra que se puede hacer con éxito y economizar recursos». «En estos
18 años –advierte- no hemos tenido una sola deserción. Por el contrario, en el
camino se han ido sumando más científicos y nuevos investigadores». Sigman
apunta a científicos de universidades como la Nacional de Quilmes, el Instituto
Oncológico Roffo, el Hospital Garrahan o el Conicet, prestigiosas instituciones
argentinas.
El
«consorcio» que ha desarrollado la vacuna está formado en un 40 por ciento por
investigación de Cuba, otro tanto por el Grupo Insud ( del que forma parte la
española Chemo) y otro 20 por el también argentino Elea (del que el 25
pertenece a Insud).
En
Argentina la sanidad es pública y gratuita así que la vacuna no tendrá
ningún coste para los pacientes. «Al Estado le saldrá, por
tratamiento, entre veinte y treinta mil dólares», estima Sigman.
Fuente:
http://www.abc.es/
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